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Novedades del sector de bebidas alcohólicas

Este 24 de noviembre, el país celebra el Día del Vino Argentino como bebida nacional. Una fecha icónica que permite revalorizar un producto que es reconocido a nivel mundial.

En el año 2010, cuando se conmemoró el Bicentenario de la Revolución de Mayo, el decreto N° 1800 firmado por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner declaró precisamente al vino argentino como "bebida nacional". Entre los factores que motivaron esta declaración, el texto del decreto destaca los cinco siglos de historia de la vitivinicultura argentina, su importancia social y económica, la reconversión de la industria a partir de la década del 90 y la calidad del producto, al que se lo cita como "honorable Embajador en el mundo".

Ese decreto se firmó un 24 de noviembre, motivo por el cual más tarde se estableció como la fecha elegida para celebrar el vino anualmente.

Casi tres años más tarde, 3 de julio de 2013, la declaración del vino como bebida nacional fue ratificada en el Senado de la Nación cuando se sancionó la Ley N° 26.870.

Mitos del vino argentino

En el Día del Vino, los datos oficiales del 2021 destacaron que ocho de cada diez argentinos y argentinas toman vinos tintos, blancos, espumosos, rosados, dulces, secos; los toman a 12ºC o 18ºC, solos o diluidos con agua, con soda, o con hielo. “Si bien muchos lo consideran un sacrilegio, la costumbre de diluir el vino es tan antigua como el vino mismo”, aclararon.

En Argentina y Uruguay se da la particularidad de diluir el vino porque cuando llegaba el vino en barcos, después de más de treinta días de viaje y más de 30ºC, empezó la costumbre de diluir el vino con agua, hielo o soda. “Eran vinos muy alcohólicos para poder tolerar tantos días de viaje en altas temperaturas”, detallaron.

El vino debe tomarse de la forma que el consumidor mejor lo disfrute. No existen cepas, ni terruños, ni marcas, ni altos precios, ni estilos de vino que determinen si un vino es bueno o no lo es. Es subjetividad al máximo, por lo tanto, variable de un individuo al otro.

“Hay que sacar al vino de ese lugar de entronización y bajarlo al mundo común. Hay romper con la idea de que uno tiene que agarrar una copa de vino y saber el año, la uva, la madera del barril. Todo eso es mentira, es muy subjetivo. Cierto es que cuando uno más sabe, más puede disfrutar lo que está haciendo, pero no es necesario saber teorías de los vinos sino más bien si la práctica, ir moldeando tu propio paladar. Para conocer de vino hay que tomar vino”, concluyó Diego Di Giacomo, sommelier y miembro de la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos y Licores.

FUENTE:

www.clarin.com

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