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Además de la botella, una de las cosas que llama más nuestra atención al momento de comprar vino, es la etiqueta y es ahí en donde se encuentra no solo la información del vino, sino lo que el productor quiere que sepamos de su marca antes de probar el contenido.

La mayoría de las bodegas mostrarán el varietal (tipo de uva) en el frente, mientras que en Europa es común poner la región de la que proviene el vino, dejando a tu criterio de qué tipo de uva se trata, cosa que podemos conocer fácilmente si investigamos un poco la regulación de esa región. Sin embargo, muchos productores modernos han optado por poner una ilustración atractiva, un nombre y el país de origen en la contraetiqueta.

Cuando te encuentras frente a una etiqueta del Viejo Mundo (europea), las regulaciones varían de región en región, mientras que en los vinos del Nuevo Mundo (americanos, africanos u oceánicos) la cosa puede ser mucho más complicada. Normalmente, el productor pondrá más visible el elemento del que más orgulloso se sienta en su etiqueta; así, mientras más específico sea, podremos saber que un vino será más costoso y –cabe suponer– mejor.

Algunos vinos, sobre todo cuando hablamos de bodegas grandes, asignan un nombre (o marca) a cada una de sus creaciones. Aunque es raro encontrar ambos en la etiqueta, es importante saber distinguir cuál es el nombre y cuál es el apellido de tu vino. En este ejemplo, Concierto Enológico es el productor, mientras que Concierto es el nombre del vino, Valle de Guadalupe la región y se trata de un coupage, es decir, de una mezcla de varietales.

Comprar vinos por variedad es la mejor forma de adentrarse en este mundo, pero las etiquetas no siempre muestran qué tipo de uva se utilizó para crear el vino. Esto se debe a que los productores pueden llegar a mezclar dos o más variedades para lograr las características deseadas. Nuestra recomendación es ir por vinos 100% de cada varietal para recordar mejor qué ofrece cada uno de ellos y poco a poco adentrarse en vinos más complejos.

La fecha que se muestra en algunas botellas expresa el año en que fueron cosechadas las uvas con las que se produjo el vino. La añada puede indicar cuánta guarda tuvo una botella antes de salir al mercado y, cuanto más grande sea este número, más tiempo podrás guardarlo en tu cava. Si te gustan los vinos frutales, te aconsejamos no iniciar con vinos de más de tres años (ej. máximo 2017); pero si prefieres las notas de la madera y las especias, aventúrate por etiquetas más antiguas.

FUENTE:

www.revistaelconocedor.com

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